La calzada de los gigantes, Irlanda
Por Marco Hernandez
La Calzada del Gigante o de los Gigantes (en inglés: The Giant’s Causeway) es un área que contiene unas 40.000 columnas de basalto provenientes del enfriamiento relativamente rápido de la lava en un cráter o caldera volcánica que ocurrió hace unos 60 millones de años. Se encuentra en la costa nororiental de la isla de Irlanda, unos 3 km al norte de Bushmills en el Condado de Antrim, Irlanda del Norte (Coordenadas: 55°14′27″N 6°30′42″O). Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986, y Reserva Natural Nacional (National Nature Reserve) en 1987. Fue descubierta en 1693.
La noticia del “descubrimiento” de un fenómeno natural increíble llegó a un mundo desprevenido en 1693 por la presentación de un documento a la Royal Society por parte de Sir Richard Bulkeley, miembro del Trinity College de Dublín. El “descubridor” fue el entonces Obispo de Derry un año antes. La noticia causó un gran revuelo en “la sociedad educada “de la época y en 1697 fue enviado un dibujante para hacer dibujos de la curiosidad natural en la punta noreste de la isla de Irlanda.
Lo que parece sorprendente para nosotros ahora, en el siglo 21, es que hubo mucha discusión en cuanto a si la calzada había sido creada por hombres con picos y cinceles, por la naturaleza, o por los esfuerzos de un gigante. No fue sino hasta 1771 que un francés, Demarest, anunció que el origen de la calzada era el resultado de la acción volcánica.
La creencia original era que las rocas que emergen del mar fueron formadas por materia muerta que se deposita en el fondo del océano. Aquellos que apoyaron este argumento eran conocidos como neptunistas. En 1771, el geólogo francés, Nicolás Desmarest, presentó la teoría contraria de que algunas montañas eran de hecho volcanes extintos y que los basaltos que rodean estas áreas eran roca volcánica. Los partidarios de esta teoría se les conoce como los vulcanistas.
Geología
El proceso geológico que da origen a la formación de columnatas basálticas es relativamente simple: la lava incandescente en una chimenea volcánica o en una colada puede llegar a enfriarse in situ cuando el volcán o caldera cesan en su actividad eruptiva. Este enfriamiento da origen a la formación de basalto, que es una roca cristalina, aunque con cristales sumamente pequeños debido a que su enfriamiento fue muy rápido y con una presión mucho más débil que la que soportan las rocas ígneas que dan lugar a la formación de granito a mayores profundidades: de hecho, el basalto se va formando en la superficie de la lava en el cráter o caldera y va progresando en profundidad. A medida que el basalto va formándose disminuye su volumen y se forman prismas generalmente hexagonales cuya separación compensa la disminución de su volumen (disyunción columnar). Posteriormente, la erosión actúa primero sobre las rocas de los alrededores debido a que el basalto es mucho más resistente, quedando al descubierto dichas columnas.
Cuando el geólogo escocés, Richard Kirwan, encontró conchas incrustadas en las rocas en 1799, pareció que los neptunistas ganarían la discusión. Posteriormente se descubrió que las conchas estaban relacionadas con las capas de caliza donde se encuentra la meseta de lava.
La teoría ha evolucionado y ahora se reconoce que la meseta de Antrim fue creada durante el período Terciario / Paleógeno. Hace sesenta millones de años, la zona de Antrim fue objeto de una intensa actividad volcánica. La roca fundida altamente fluida se vio obligada a avanzar a través de fisuras en las capas de caliza de la zona, formando una extensa meseta de lava.
La lava emergió a través de la superficie de la tierra en la Calzada del Gigante y quedó recogida en una depresión formando una piscina profunda de roca fundida. Este cuerpo grande de líquido retuvo su calor más que otros campos de lava típicos. Durante un prolongado período de enfriamiento, la lava se redujo lentamente en columnas de basalto, principalmente hexagonales. La altura de las columnas se determina por la velocidad de enfriamiento, el enfriamiento más rápido produjo columnas mas cortas.
El borde de la meseta forma un espectacular acantilado el cual forma la costa donde se encuentra la calzada. Las fisuras grandes, a través del cual la lava fluyó, se pueden ver claramente como bandas de roca oscura que tallan los acantilados y sobresalen hacia el mar. Hubo tres periodos de actividad volcánica que dio lugar a los flujos, conocidos como los basaltos Bajo, Medio y Superior.
Son los basaltos del flujo Medio los que forman las columnas de la Calzada de los Gigantes. La lava se enfrió rápidamente en las fisuras de la meseta, se contrajo y las variaciones en la velocidad de enfriamiento resultó en las estructuras columnares que se observan actualmente.
Las columnas son fundamentalmente hexagonales aunque hay algunas con hasta ocho lados. El desgaste de la parte superior de los basaltos forma una capa Interbasáltica que es una banda de roca rojiza que es una característica de la zona. La misma acción del clima ha creado formaciones circulares alrededor de pepitas de basalto que se conocen localmente como “Ojos de los gigantes”.
Algunas otras formaciones con nombres populares son las chimeneas, el arpa, el órgano y la joroba del camello.
La leyenda irlandesa
Cuenta la historia que había dos gigantes, uno de Irlanda (Finn) y otro de Staffa (Bennandoner), que se llevaban muy mal y continuamente se tiraban rocas. De tanto tirar rocas se formó un campo de piedras sobre el mar. El gigante escocés decidió pasar el camino de rocas y derrotar a su adversario, pues éste era más fuerte que el otro. La mujer del gigante irlandés (Oonagh) vio cómo venía el gigante escocés, así que decidió vestir a su marido de bebé. Al llegar el escocés y ver que el bebé era tan grande, pensó que su padre sería el triple de grande, así que huyó pisando muy fuerte las rocas, que se hundieron en el mar para que el otro gigante no pudiera llegar a Staffa.